Cada año, cuando llega el mes de mayo, me voy a una clínica alemana de Marbella. Una cura de desintoxicación. Para empezar, un día a régimen de fruta, luego un litro de purgante horroroso y a partir de ahí, empieza el suplicio: ¡un ayuno casi total de quince días! Y día sí día no me ponen una lavativa que no se acaba nunca. Pero amigo, cuando uno creía que iba a acabar hecho polvo, ¡quia! Empiezan a nacerle energía de todas partes [···]. Pidió a una secretaria la dirección de la clínica Buchinger y se la dió a Carvalho. [···] Yo hago footing cada mañana por los alrededores de mi casa, en Pedralbes [···].
- ¿A qué hora?
- A las siete de la mañana.
- Yo a estas horas me levanto y me hago un par de huevos fritos con chorizo [···]
- No olvide lo de la clínica. Nada hay tan sano como unas buenas lavativas.
"Adiós [···] - pensó Carvalho -; que tengas una sana muerte."
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